
Amanece y la emoción se apodera de nuestros cuerpos, la ansiedad y el deso se fusionan para el desenfreno de una locura inmediata. Cielo y tierra se paralizan, el mundo no sabe de nuestra existencia y nosotros nos apoderamos de la vida. Respiramos con más fuerza y el amor parece desbordarse por cada fibra de nuestro ser. Somos uno, la fusión perfecta en el momento oportuno y el lugar justo. Los ruidos se callan dando lugar a nuestra pasión. Es un lenguaje único, íntimo, personal. Nos entendemos. Miradas, gestos, movimientos y roces son parte de la complejidad que caracteriza nuestra unión. Nos entregamos a lo más bello y puro, invadiendo en el corazón de cada quien el sentimiento más profundo y sublime que existe sobre la tierra.
El tiempo se congela mientras nuestros cuerpos se reconocen una y otra vez por cada uno de los rincones de su extensa longitud. Nos atrevemos al encuentro y reeencuentro, a lo conocido y desconocido, a lo temido y a lo amado. Buscamos llevarnos por un sendero que tiene un punto final preciso, al cual llegaremos luego de vivir cada uno de los momentos irreversibles, donde sensaciones múltiples emergen mezclándose casi sin sentido. La armonía y el desocntrol no distinguen sus límites, la quietud y el movimiento se confunden acoplándose con la misma pasión que un artista desborda al momento de la creación. La estabilidad y su antípoda se baten a duelo, haciendo de esta fusión un camino al triunfo del más fuerte y perserverante. El tiempo sigue pasando como si para ellos no importara, despiadado marca el ritmo del día peligrando que ya no queden minutos para continuar. Pero éstos sin pensar en el trascurrir del tiempo, van y vienen como las olas en el mar desplegando todo su potencial para alcanzar el clímax perfecto. Allí están y poco les importa el tiempo, la vida externa, la historia, los otros; se zambullen sin miedo ni atajos a una unión plena en la que alma y mente se acoplan a ellos en perfecta armonía. Las caricias se desplegan, se hacen extensivas sin medida alguna, el sabor de sus labios se impregna en cada rincón de la epidermis corporal, el aroma de un amor ardiente se expande formando una burbuja de ensueño, la misma que al llegar a la meta ansiada, la cima más alta y placentera, estalla en estruendoso sonido, aquel que de los labios de dos locos enamorados marcan la concreción del acto más placentero.
2 comentarios:
Pocas veces he leído una descripción tan intensa y embriagadora de la pasión. Ese paréntesis en que se detiene el tiempo y sobreviene una marea de sensualidad. Octavio Paz dice que sólo en esos momentos nos salimos de nosotros mismos, abandonamos el yo por el otro. Abismos, vértigo que desemboca en extasis del amor. Inquieta porque es como un recuerdo de algo perdido en la oscuridad.
Es como poner en palabras un momento que carece de ellas precisamente;
eso es lo que inquieta más: encontrar coincidencias,
que se enuncia lo que uno simplemente percibe.
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