
El miedo vino sin más vueltas, se apoderó de mi cuerpo, de mi mente, de mi alma. Rasgó todas las partes de mi ser. Me resquebrajó por completo.
Hoy me das vergüenza, me das pena. Nunca imaginé una situación así en mi vida, nunca me pisotearon mi ser, mi orgullo de mujer. Hoy, te vi y me dio miedo. Hoy te vi e imaginé una escena para el olvido. Hoy, no quiero que estés. Pero me cuesta ser indiferente, pero me es difícil arrojar el todo por la borda.
La noche fría se convirtió en una pesadilla. La diversión, la risa y el encanto, se tiñeron de incertidumbre, de excesos y de vergüenza. Tú te volviste mi pena, mi alma desecha, mi corazón desgarrado.
Y mientras mi orgullo de mujer se sumergía en el peor de los brebajes sin piedad alguna, tu nada de hombría se desvanecía ante las miradas inquietantes. El desprecio humano se hizo presente en persona y me dio la mano. La vergüenza, la angustia, la bronca se manifestaba sin titubeos, mientras la desfachatez de un inconsciente asomaba por la puerta.
Todo se volvió nada. La noche se desvaneció en mis ojos en el momento en que las lágrimas apresuraron su marcha. Escondidas, evitando la pena de las almas brillantes, cuales sobrias y sonrientes seguían allí, la sal de mi tristeza se desvaneció en el mismo papel por el que desfiló tu vergüenza.
Y la memoria se percata de recordar minuto tras minuto, imagen tras imagen, la deshonrosa escena, que no es más que otra huella histórica para el olvido.
Hoy te quiero lejos y te quiero cerca. Pero te invade la vergüenza, la cobardía. Hoy reflexionas, cuando ya es tarde, cuando mucho de todo no tiene vuelta atrás. Y mientras más se extienda el silencio y la dejadez, más eterno se hace el dolor que yace en mi alma y más efímero se hace el amor que guardo en mi corazón.
Dejar pasar no es mi principio. Que corra el río turbulento esperando aguas cristalinas, dejó de ser ese verso que practicaba y predicaba. Hoy, tú callas mientras mi interior se vuelve grito. Te vas con la noche fría, pretendiendo regresar cuando el sol te de calor en tu rostro y el viento esfuma de tu cuerpo todo aquello que te hizo tan desgraciado aquella noche.
Pero para mí la vida sigue pasando. Y aunque la tristeza se revuelque dentro mi ser y no encuentre nada tuyo para aliviarme, no dejo de escuchar lo que el cielo me pide, que no es más que mi propia felicidad. Sé que la vida me pondrá en el camino que tenga que transitar y que nada hará que el miedo vuelva apoderarse de todo mi ser.
3 comentarios:
necio es el que olvida pero loco es el que perdona
Muy cierto tu comentario "Anónimo"....
Lástima que no sepa tu identidad, me gustaría saber quién lee lo que escribo.
De todos modos, muchas gracias por tu comentario.
ami me encantaria conocerte "soñadora", te encontre de casualidad pero me encanta lo que escribes.. puro corazon
un beso!!
"El Mismo Anónimo"
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